martes, 12 de marzo de 2013

Cuando el perfeccionismo te lleva a la postergación


       El perfeccionismo nos puede ayudar a conseguir el éxito, pero también nos puede llevar a un fracaso estrepitoso cuando lo llevamos al extremo.

Cuando el perfeccionismo es llevado al límite puede crear ansiedad, estrés, frustración, y puede hacer que una tarea que en un principio había de ser algo divertido o que nos ilusionara, se convierta en una situación inquietante y molesta.


En el momento en que el perfeccionista empieza a pensar cómo sería la mejor manera de hacer su tarea, cuáles serían las mejores vías, qué pondría o dejaría de poner en su proyecto o en su trabajo para que éste fuera el mejor, pero no actua, empieza su camino hacia la postergación, porque nunca estará satisfecho con las ideas que va teniendo. Mientras tanto, el tiempo se le está agotando y termina haciendo las cosas mal (o menos bien de lo que deseaba) y deprisa, algo que por todas todas quería evitar.


El resultado final de su “proyecto” acaba por no agradarle y piensa en qué hubiera sucedido si hubiera empezado a materializar antes sus ideas dándoles forma poco a poco, terminando incluso antes de tiempo para luego poder “perfeccionar” lo que ya tiene construido entre sus manos.

Podríamos hablar de los aspectos positivos y negativos del perfeccionismo:
  • Positivos:
    • Motivación 
    • Conducta de éxito
    • Logros
    • Creación de una atención meticulosa
    • Energía de acción.
    • Satisfacción personal
  • Negativos:
    • Postergación
    • Baja actividad, también en el ámbito laboral dónde probablemente creará malestar.
    • Pérdida de tiempo.
    • Provocará sentimientos de frustración, estrés y baja autoestima.

      Para  evitar caer en la parte negativa del perfeccionismo hay que empezar a actuar y observar cómo se van desarrollando nuestras emociones a medida que va avanzando nuestra tarea.
Si creemos que estamos derivando en un perfeccionismo de postergación, hay que parar, observarnos porqué y con qué finalidad estamos actuando de esta manera,  y posteriormente reprender nuestra actividad con lo que hemos aprendido.

Quién ha desarrollado la actitud de postergación ha sido por una mera costumbre y todo costumbre con esfuerzo y dedicación puede terminar por modificarse y utilizar ese aprendizaje para beneficio propio.

Lidia  Menchen Palau
Psicomusicoterapeuta
Mentoring emocional


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